Fue una ocasión excepcional. Los titulares de los medios corporativos ofrecían un análisis sucinto del gigantesco proyecto de presupuesto estadounidense que se convirtió en ley el 4 de julio.  En primer lugar, había que odiar a Trump y a todos los republicanos por haber impulsado el proyecto de ley. Al Jazeera, propiedad de Qatar, lo resumió así: «El proyecto de ley de Donald Trump aumentará la riqueza de los ricos, erosionará el servicio de salud para los pobres y elevará el déficit en 3 billones de dólares».

En Mundo Obrero difícilmente podríamos haberlo expresado mejor. El proyecto de ley recortará los impuestos principalmente a quienes tengan ingresos superiores a 460.000 dólares al año, disminuirá Medicaid y el Programa de Asistencia Nutricional Suplementaria (SNAP, antes cupones para alimentos), cerrará hospitales, aumentará la catástrofe climática, incrementará la financiación para la represión de inmigrantes por parte del ICE y aumentará las armas compradas para vigilar el mundo.

Pero si los criminales MAGA inspiraron ira, los demócratas compitieron inspirando desprecio. Es cierto que todos los demócratas de la Cámara de Representantes y del Senado votaron en contra del proyecto de ley. Pero un titular de la página 1 del New York Times del 4 de julio resumió cómo reaccionaron los líderes demócratas: «Los demócratas ven una oportunidad de recuperar votantes». El titular de la continuación era aún más mortífero: «Esperando la reacción contraria al proyecto de ley, los demócratas ven una avenida de regreso al poder en el Congreso».

El artículo era fiel al titular. La principal reacción de los líderes del Partido Demócrata -y hablaron de ello sin vergüenza- fue expresar algo cercano a la alegría por la oportunidad de culpar a la administración Trump de los horrores que sufrirán los más pobres cuando las disposiciones del proyecto de presupuesto se conviertan en ley.

Para dejar claro lo que se planea, los republicanos votaron casi unánimemente a favor de la mayor transferencia de riqueza de la historia desde los muchos más pobres a los pocos más ricos residentes en Estados Unidos.

Los demócratas -salvo un discurso simbólico de filibusterismo en el Senado por parte de Cory Booker y un retraso similar de ocho horas y media en la Cámara por parte del líder de la minoría Hakeem Jeffries- apenas hicieron nada para impedir que se aprobara la ley.

No crea que no podían haber hecho nada. Recuerde todo lo que hicieron los republicanos para sabotear la Ley de Atención Asequible, tanto mientras se aprobaba como para socavar su eficacia. Los demócratas podrían haber montado un verdadero filibusterismo en el Senado con más de un participante. Podrían haber movilizado a toda la colección de demócratas de la Cámara de Representantes para hacer preguntas a Jeffries y mantenerlo en pie más allá del fin de semana.

Habiendo retrasado la aprobación de la ley y privando a #47 de su gran discurso de victoria del 4 de julio, los demócratas podrían haber empezado a movilizar a esos millones de personas perjudicadas por la ley para que protestaran.

En lugar de eso, los demócratas decían que la gente sufrirá, y entonces nos votarán. Ésta es la postura de un partido que, aunque sabía que cinco millones de personas salieron a la calle para las protestas del 14 de junio contra el «No a los reyes», ni siquiera puede presentar una oposición importante en el Congreso. Cuando las encuestas muestran que el 70% de la gente se opone al proyecto de ley, los demócratas no se lanzan a por todas para detenerlo.

La lección de todo esto es que, si bien es una buena idea odiar a los republicanos y a Trump, es una mala idea buscar la solución en el Partido Demócrata.